sábado, 14 de septiembre de 2013

JESUS CISNEROS






Fácilmente lo primero que hará Jesús Cisneros hoy será abrir uno de sus cuadernos por una página en blanco. A lo largo de la mañana quizá trace con un pincel una línea vertical. Antes de que acabe el día podría abrirse paso, no diré que no, una sombra a carboncillo. Por la noche el autor empleará una sensibilidad y técnica extraordinarias para dormir. De madrugada, en mitad del silencio y la oscuridad, cabría esperar un ruido sordo y familiar al fondo como de rascaduras sigilosas, cierto alboroto de lluvia en un mar de papel, un dibujo que al fin se despereza y va ocupando su lugar.


Poco a poco, sigilosamente, como quien no quiere llamar la atención, se agiganta la personalidad y el talento del ilustrador aragonés Jesús Cisneros (Zaragoza, 1968). Hace muy poco ganaba el premio Lazarillo de Ilustración por su libro “Ramón”, un prodigio poético en torno a un hombre melancólico y estilizado, casi una criatura de Giacometti, que salía de paseo como si fuera el narrador Robert Walser, que acabó sus días loco y apareció muerto sobre un montón de nieve. Y estos días vuelve a las librerías con dos estupendos proyectos: “Y yo qué puedo hacer?” (OQO), donde Cisneros, tan elegante y sutil, intenta crear una historia paralela a la del perplejo señor Equis, lector de periódicos, y lo hace bellamente, con variedad de recursos, con el uso del collage, con una gran inventiva y una habilidad especial en el dibujo y en la creación de una dimensión onírica. Casi a la vez, el biógrafo de Maruja Mallo y Miguel Hernández y poeta, José Luis Ferris, publica un narración fantástica, en torno a un libro que contiene otro libro y que recibe una niña enferma llamada Jana: “Las palabras del agua” (Anaya: Sopa de Libros). Jesús Cisneros lo ilustra con dibujos a la acuarela, o eso parece, de un tono verdoso y de una gran sencillez, que poseen capacidad de evocación, lirismo, y una virtud constante del artista: hace convivir lo cotidiano con lo fantástico con absoluta belleza y, como suele ocurrir en él, crea una nueva historia, complementaria, diferente, arrolladora. Jesús Cisneros es un artista de la estirpe de Meléndez y Cano, de Ferrer y Elisa Arguilé, con facilidad, buen gusto, que siembra el puro embelesamiento en cuanto toca.


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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